Las
Semánticas de Pottier y Coseriu están indiscutiblemente relacionadas, tanto por
sus ideas comunes como por las distintas perspectivas que, sobre un mismo tema,
aportan cada uno. Ambos autores comparten la idea de que la investigación
empírica y la teoría son igual de importantes. Para Pottier, el lingüista ha de
hacer análisis a la vez que ir construyendo una formulación teórica. Coseriu
defiende que toda teoría debe ser demostrada empíricamente.
Otra
coincidencia entre estos autores es la necesidad distintiva de las unidades. Ambos
expresan que todos los términos se oponen a otros ya sea por la ausencia,
presencia o coincidencia de un rasgo. Coseriu especifica que una unidad solo
existe como tal si hay otra opuesta o similar a ella.
La aportación
más interesante de Pottier es su propuesta de estructuración lexemática. En
ella expone que, como sabemos, el signo se compone de significante y
significado. Es este último concepto el que desglosa, dividiéndolo en substancia y forma. Le interesa el concepto de substancia, pues la forma se
limita al plano sintáctico, y con ella relaciona el conjunto de rasgos
distintivos de significación, a lo que denomina semema. Cada uno de esos rasgos es un sema y puede ser denotativo o connotativo. Los primeros son
estables y pueden dividirse, a su vez, en específicos (semantema) y genéricos (clasema).
Los connotativos, por su parte, resultan inestables y su conjunto se denomina virtuema. La convergencia de varios sememas da lugar a un archisemema que, si puede ser
lexicalizado, se denomina archimorfema o
archilexema. Coseriu elabora un
esquema parecido al de Pottier aunque matiza algunos términos: llama lexema al semema y palabra
archilexemática al archisemema. Sí
coincide en los vocablos sema y clasema. Su aportación original al
esquema de Pottier es un apartado de estructuras secundarias, en las que
incluye las modificaciones, los desarrollos y la derivación. Añade también el
concepto de ‘solidaridad’, que define como la relación entre lexemas que
pertenecen a campos diferentes y que puede ser de tres tipos: de afinidad, de
selección y de implicación.
En el
carácter funcional del idioma están de acuerdo los dos autores. Coseriu es
directo en su afirmación de que “el idioma es función”, por lo que su teoría
debe ser completamente funcional. Pottier se vale de una definición más
matizada: “la lengua es […] un funcionamiento de formas”. Su esquema de la
comunicación ilustra a la perfección la función del idioma: la elaboración de
un mensaje por parte del individuo quien, a través de su relación con el mundo,
adquiere una competencia lingüística; dicho mensaje es comprendido por el
interlocutor porque comparte con el emisor el plano cognoscitivo, es decir, el
saber acerca del mundo. En cualquier caso, queda demostrado el carácter
funcional que Pottier, al igual que Coseriu, otorga al idioma.
La relación
entre el léxico y la gramática es un tema que cada autor aborda con un enfoque
distinto. Para Pottier, cada una de estas disciplinas se refiere directamente a
la otra y existe un continuo entre los lexemas
(morfemas lexicales) y los grafemas (morfemas
gramaticales). De este modo, Pottier observa que con el paso del tiempo algunas
palabras léxicas se gramaticalizan. Coseriu, por su parte, delimita lo que
corresponde a significado léxico (lo que significa una palabra) y a significado
categorial (cómo se organiza el significado de una palabra). Aunque distingue
otro tipos de significado (instrumental, estructural, óntico), se detiene en el
categorial, en el que establece la siguiente división de palabras: lexemáticas
(las únicas que pertenecen al léxico y representan la realidad
extralingüística), categoremáticas (se refieren a la forma de estructurar lo
extralingüístico) y morfemáticas (que solo funcionan en relación con otras
palabras).
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