La Odisea es un
poema homérico que puede considerarse la continuación de la Ilíada, en
la que se narran las hazañas de Aquiles en la guerra de Troya. La Odisea se
enmarca tras la destrucción de esta ciudad y relata las aventuras de Ulises en
su viaje de regreso. A diferencia de en la Ilíada, en la Odisea aparecen
criaturas fantásticas. No obstante, estas son más humanas de lo que cabría
esperar y los hechos fantásticos no son atribuidos a poderes maravillosos sino
a la acción de los dioses o incluso a agentes naturales.
La base de la Odisea se
encuentra en las diversas leyendas que existían sobre el «retorno del viajero».
Aunque el conflicto es resuelto mediante la violencia, Homero se aparta de la
brutalidad de la leyenda y nos presenta a Ulises como a un héroe que da a los
pretendientes su merecido, ya que ellos se habían propuesto asesinar a Telémaco
(hijo de Ulises y Penélope). Incluso dioses como Atenea aprueban las acciones
de Ulises prestándole su ayuda. Por lo tanto, que Ulises mate a los
pretendientes no nos parece una mera venganza sino una consecuencia merecida y
una solución necesaria para que se reestablezca el orden.
La Odisea tiene
una finalidad más allá del goce estético. Homero (o el conjunto de poetas que
pudiera estar tras la autoría de este poema) se propuso elaborar un cuadro completo
de la sociedad de su tiempo así como mostrar el objetivo que tiene la vida para
el hombre. Su mensaje es que la vida humana es tan limitada que hay que sacar
el máximo partido de ella y colmarla de hazañas. El hombre debe ejercitar al
límite sus facultades para lograr proezas personales. Lo que impulsa a Ulises a
realizar su viaje y a atravesar las dificultades es el deseo de recuperar a su
esposa, por lo que, para Homero, el amor es un motor que genera grandes
acciones. Por lo que destaca Ulises, en concreto, es por su astucia y por el
dominio que tiene de sí mismo ante los momentos de peligro. Es el modelo de
héroe homérico. Pero existe una visión pesimista que se manifiesta en la
creencia de que el héroe no recibe ninguna recompensa ni durante su vida ni
tras la muerte. Aunque se creía que el alma perduraba tras morir el cuerpo, se
pensaba que esta no mantenía fuerzas suficientes como para conservar forma
corpórea y solo podía vagar como un espectro. Todos los hombres, héroes o no,
corren la misma suerte y, por ello, lo único que cuenta es lo que se hace en
vida.
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