Paréceme que
vuestra merced se promete con esta prevención la bajeza del estilo y la copia
de cosas fuera de propósito que le esperan; pues hágala a su paciencia desde
agora, que en este género de escritura ha de haber una oficina de cuanto se
viniere a la pluma, sin disgusto de los oídos aunque lo sea de los preceptos.
Porque ya de cosas altas, ya de humildes, ya de episodios y paréntesis, ya de
historias, ya de fábulas, ya de reprehensiones y ejemplos, ya de versos y
lugares de autores, pienso valerme para que ni sea tan grave el estilo que
canse a los que no saben, ni tan desnudo de algún arte que le remitan al polvo
lo que entienden.
Demás que yo he pensado que tienen las
novelas los mismos preceptos que las comedias, cuyo fin es haber dado su autor
contento y gusto al pueblo, aunque se ahorque el arte; […].
Lope
de Vega, Novelas a Marcia Leonarda,
ed.
de A. Carreño, Madrid, Cátedra, 2022pp. 182-183
La novela corta española nació con Cervantes,
como él mismo proclama en sus Novelas
ejemplares, en las que afirma ser el primero que ha novelado en lengua
castellana. Estas novelas se caracterizaban por un carácter realista, reforzado
por una serie de acontecimientos que podríamos definir como verosímiles, y por
la inclusión de un mensaje moralizante, lo que confería a estas obras un matiz
ejemplarizante. Hay que señalar que el término "novela" no se
corresponde exactamente con el significado actual de este vocablo pues, en el
s. XVII, apenas se distinguía del cuento. Para Suárez de Figueroa, novelas eran
aquellas "bien compuestas fábulas [...] cuyo ejemplo obliga a imitación o escarmiento".
López de Úbeda iba más allá y la definía como "chistes, curiosidades y
otras cosas a este tono".
Partiendo de este contexto, Lope desarrolló
toda una poética basada en la "variedad" que se resume en el párrafo
propuesto en el enunciado del presente trabajo. Cuando habla de "cosas
altas, [...] humildes, [...] episodios y paréntesis, [...] historias, [...]
fábulas, [...] reprehensiones y ejemplos", Lope corrobora las definiciones
que Suárez de Figueroa y López de Úbeda hacen del término "novela". A
partir de ahí, su modelo se contrapone al de Cervantes en diversos aspectos.
En primer lugar, a Lope no le preocupa la
verosimilitud, lo cual no quiere decir que su poética vaya en contra de las
ideas de Aristóteles, pues el mismo filósofo afirmaba que "es verosímil
que ocurran casos contra lo verosímil". En lo excepcional es,
precisamente, en lo que Lope de Vega basa el atractivo de sus novelas. Por
mencionar otros aspectos en los que el madrileño sigue las ideas aristotélicas,
podemos comentar que en La desdicha por
la honra sigue el esquema agnición - peripecia - anagnórisis o que
en La prudente venganza fusiona la
epístola con la comedia de honor.
Volviendo a los elementos que
distinguen a Lope de Cervantes, cabe analizar la figura del lector. Para Lope,
el concepto de variedad se aplica al lector en tanto que se dirige a un lector
múltiple, es decir, tanto a aquellos con un nivel cultural alto como a los más
ignorantes. Es evidente que los doctos sabrán apreciar el estilo y las citas
eruditas (de las que hablaré más adelante) pero, ¿qué puede ofrecerle a
"los que no saben"? Era la admiración (admiratio) lo que Lope buscaba despertar en este sector de lectores
y, para ello, se valía de una trama atractiva, compuesta de hechos variados
pero fluidos y enlazados unos con otros. Al contrario que Cervantes, Lope de
Vega no hacía girar la fábula en torno a un héroe sino que creaba un intrincado
círculo de aventuras (raptos, muertes, adulterios, etc.) para entretener al
público, que era su principal objetivo. Así, agradando a doctos e ignorantes,
Lope era capaz de concentrar la atención de todos los estratos sociales, lo que
le convirtió en un autor tan popular que se desarrolló hasta una especie de
oración en torno a su figura, que decía "Creo en Lope de Vega, poeta del
cielo y de la tierra...". Aunque la situación económica no era pareja a
sus éxitos, Lope abría así paso a la figura del escritor profesional,
subsistiendo a través de lo que escribía, que, por ello, debía ir acorde con
los gustos del público, convirtiéndose así la literatura en un mercado dirigido
a un consumidor lo más amplio posible.
Por otra parte, la variedad era
algo que afectaba, además de al tipo de lector y la trama, al estilo. El mismo
autor defendía que se ha de saber "todas las ciencias, o a lo menos
principios de todas". En este punto volveremos al concepto de
"citas" que, como apunté anteriormente, serían una constante a lo
largo de su obra pues, por medio de ellas, Lope podría demostrar sus
conocimientos y llegar así al lector culto.
El modelo narrativo de sus novelas
presentaba igualmente tanto una variedad de formas (desde poemas extensos,
hasta episodios en prosa, pasando por fragmentos compuestos al estilo de las
comedias destinadas a ser representadas) como de géneros (pastoril, pastoril de
tema sacro, bizantina y novela corta).
Todo tiene cabida en una novela
para Lope de Vega. En las suyas podemos identificar incluso detalles
autobiográficos, como sus propias opiniones literarias (buena prueba de ello es
el enunciado que suscita el presente comentario), sus recuerdos o alusiones a
sus propias obras. En otras, como en El
peregrino en su patria, introduce hasta un auto sacramental. Al fin y al cabo, el modelo de novela
que defiende el escritor madrileño es aquel que combine el mayor número de
elementos variados posible, creándose así una obra tan libre que ni siquiera
parezca haber sido retocada. La vida humana se compone de "lo trágico y lo
cómico mezclado", no existe un planteamiento más realista que este pues,
con un solo estilo, ya sea grave o humilde, no puede representarse la totalidad
de la existencia. Es la variedad la que deleita, como Lope de Vega afirma en el
Arte nuevo de hacer comedias: "buen
ejemplo nos da naturaleza, que por tal variedad tiene belleza."
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