De
familia hidalga y acomodada, perteneció a la Orden benedictina, en cuyos
colegios enseñó (además de en la Universidad de Toledo). A pesar de vivir
prácticamente encerrado en una celda de un convento, llegó a ser uno de los
españoles más cultos de su tiempo, tenía buen humor y un carácter equilibrado.
Es por esto por lo que recibía multitud de cartas. No publicó su obra hasta los
cincuenta años de edad, pues pasó su vida preparándola rigurosamente. Sus obras
más importantes son Cartas eruditas y
curiosas y Teatro crítico universal,
en el que trata una multitud de temas (arte, astronomía, economía, derecho,
física, historia, literatura, etc.) con finalidad enciclopédica, dando
información de todo cuanto podía ser interesante para educar a los ciudadanos. Estaba
escrito en un lenguaje que, a pesar de ser científico, era sencillo y claro,
con el fin de llegar a los ciudadanos. En aquella época no había diferencia
entre prosa científica y literaria y él creó aquella imprescindible para el
periodismo, base de la comunicación. Solo podemos reprocharle el empleo de
galicismos y latinismos, algunos sin necesidad. Pero esto se compensa con sus
innovaciones, como algunas muestras de humor que parecen anticiparse a las
greguerías.
Fue el precursor del moderno ensayo, el cual había tenido grandes maestros en Europa con Montaigne y Bacon y otros precedentes como las misceláneas y silvas de varia lección.
Fue el precursor del moderno ensayo, el cual había tenido grandes maestros en Europa con Montaigne y Bacon y otros precedentes como las misceláneas y silvas de varia lección.
Los
temas que trató en sus críticas fueron:
- Religión:
reclamaba que fuera entendida y practicada con pureza, alejada de lo
supersticioso y milagrero y sin añadidos superfluos. Perseguía la mentira,
de lo que se deduce que se debatía entre su creencia y el racionalismo. Fue
de Fontenelle de quien aprendió a rechazar los milagros y a buscar en todo
las causas naturales.
- Filosofía:
trató de incorporar las corrientes positivistas y empiristas de Descartes,
Newton o Bacon a su patria. Este último fue su gran maestro y de él
aprende el método inductivo. Ridiculizaba a los filósofos escolásticos de
su tiempo que caían en abstracciones metafísicas para explicar problemas
de la naturaleza, mientras él defendía la ciencia experimental.
- Enseñanza:
seguidor de las ideas de Luis Vives, pretendía luchar contra la corrupción
de la enseñanza y buscó modos para mejorarla. Señaló que el problema
estaba en la actitud ante las lenguas clásicas y modernas, defendiendo que
estas últimas eran más importantes, sobre todo el francés.
- Estética: era
un hombre práctico, por lo que prestó poca atención al hecho literario.
Tomaba de la literatura solo aquello que le servía para sus fines de
reforma y educación del país. Su obra tenía finalidad social y educativa,
no literaria, por lo que no aceptaba reglas estéticas. Defendía la idea
del genio, como una luz superior a todas las reglas. Se enorgullecía de su
autodidactismo. Defendía a ultranza la razón (he aquí al clásico) con
pasión por la independencia (he aquí al romántico).
- Historia: defendía
que la investigación histórica requiere imaginación para saltar por encima
de los hechos conocidos e intuir lo desconocido.
- Política:
enemigo de toda violencia y engaño, pensaba que las guerras habían sido la
causa de la decadencia. Creía en la igualdad de todos los hombres. El
patriotismo era un error, pues inducía a la división de ánimos que deberían
estar recíprocamente unidos. Creía que todos los pueblos son capaces de
alzarse al mismo nivel. Denunció que en España se pecaba de preocupación
por toda novedad y era hostil hacia los nobles sin méritos propios que no
eran más que parásitos.
- Ciencia: fue un médico frustrado (quizá por eso sus sátiras contra los médicos). Defendió el papel del átomo en la física y la química.
- Supersticiones: pretendía combatirlas apelando a la inteligencia y desconfiando de las apariencias. Su manera de demostrarlo era mostrando las valoraciones antagónicas a través de técnicas perspectivistas de relativizarlo todo, es decir, contemplando lo usual como si nos fuera desconocido para descubrir en ello realidades insospechadas. Así, demostraba que belleza y fealdad dependen de la costumbre.
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