Las coincidencias lingüísticas entre el sur de España e Hispanoamérica dieron lugar al concepto de español atlántico, acuñado por Diego Catalán (nieto de Menéndez Pidal) en 1958. Este se puede definir como el superdialecto del español que aúna las modalidades americanas (costeras e insulares) y modalidades españolas peninsulares (Andalucía) e insulares (Canarias) que tienen en común una serie de rasgos. Frente a este, tendríamos otro gran bloque dialectal que abarcaría el español castellano. Se establecen, de esta manera, dos macrozonas dialectales establecidas a partir de una serie de rasgos coincidentes.
Rafael Lapesa incluía toda la geografía hispanoamericana dentro del concepto de español atlántico e incluía como rasgos de este el seseo, el yeísmo, la aspiración de la -s final, el abandono de la forma vosotros… Proponía la distinción entre español castellano y español atlántico, incluyendo en este último el andaluz, el canario y todo el español de América.
La propuesta de Menéndez Pidal es anterior a la de Lapesa pero más rigurosa en cuanto a límites geográficos. Describió que el influjo andaluz fue más intenso en las costas y que, por ello, se le llama español atlántico. Dividió el mapa lingüístico del español de América en dos:
1. Área de la flota: rasgos meridionales (seseo, vocalismo fuerte, consonantismo débil).
2. Área de las cortes virreinales: variedad conservadora. Las capitales virreinales tuvieron mayor contacto con la corte madrileña, por lo que mantuvieron un español más cortesano.
Rafael Lapesa incluía toda la geografía hispanoamericana dentro del concepto de español atlántico e incluía como rasgos de este el seseo, el yeísmo, la aspiración de la -s final, el abandono de la forma vosotros… Proponía la distinción entre español castellano y español atlántico, incluyendo en este último el andaluz, el canario y todo el español de América.
La propuesta de Menéndez Pidal es anterior a la de Lapesa pero más rigurosa en cuanto a límites geográficos. Describió que el influjo andaluz fue más intenso en las costas y que, por ello, se le llama español atlántico. Dividió el mapa lingüístico del español de América en dos:
1. Área de la flota: rasgos meridionales (seseo, vocalismo fuerte, consonantismo débil).
2. Área de las cortes virreinales: variedad conservadora. Las capitales virreinales tuvieron mayor contacto con la corte madrileña, por lo que mantuvieron un español más cortesano.
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