Culteranismo
se refiere a la corriente literaria que consiste en intensificar la expresión
separándola del equilibrio y claridad clásica utilizando latinización de la
sintaxis y el léxico mediante el hipérbaton
y los cultismos;
recurre además a las metáforas puras y las perífrasis
elusivas, a menudo con referentes de la mitología clásica.
Se
conoce a esta estética también como gongorismo.
La
denominación «culteranismo» surgió como término despectivo creado desde un juego
conceptista, con la mezcla de dos palabras: «culto» y «luterano»,
para comparar a los culteranos con herejes de la verdadera poesía y señalar a los
autores y destinatarios de su poesía: los cultos. Dificulta el entendimiento de
la obra literaria. En las artes plásticas este arte se refleja por medio de la
utilización de emblemas
y alegorías.
Carrillo Sotomayor hizo una defensa de
esta corriente en su Libro de la
erudición poética. Los principales autores culteranos fueron Góngora, Jáuregui y Lope (en
algunos poemas).
Conceptismo
se refiere a la técnica cuyas bases se encuentran en Agudeza y arte de ingenio de Gracián.
Se basa en definir algo en función de su correspondencia con otro objeto, ya
sea por su semejanza formal o funcional. Sus bases se remontan a Cicerón. Se
opusieron a los culteranos porque defendían que la dificultad debía estribar en
el pensamiento, no en la oscuridad de las palabras o en el hipérbaton.
Ambas
posturas no son contrapuestas pero sí generaron enfrentamientos. No obstante,
entre ellas había zonas de contacto. Por ejemplo, Góngora fue uno de los mejores conceptistas. Podría decirse que el
culteranismo tuvo, por tanto, una base conceptista.
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